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MIS LADY BAYRON Y YO

Actualizado: 24 ene 2020

Cuento escrito para mi gran y recordado amigo Cristian A. Que descanse en paz, este donde este... Siempre te recordare.




Año 1800 a las orillas del Misisipi, me encontraba junto a mi mayordomo , siempre salíamos al rio a cazar perdices, el me acompañaba como de costumbre en la familia Córdoba, mi mayordomo me llamaba por mi nombre y apellido, era muy tímido para decirme solo mi nombre y cuando se dirigía a mí, me decía Mr. Alabert Córdoba, yo ya con 20 años, a esa atura soltero y era raro, ya que en mi familia anteriormente se casaban a muy temprana edad, ya que la gente siempre con sus comentarios no bienvenidos “porque un tipo como Mr. alabert y de fama aún sigue soltero”, a mi me daba igual los cometarios mal intencionados de las personas ya que soltero sería mejor para esperar a alguien acorde a mis sueños.


Cada día allí por el rio, no siempre se cazaba, pero si nos divertíamos ver los animales por allí, siempre había gente cabalgando tras los zorros o de algún jabalí. Una mañana como de costumbre me encontraba con mi mayordomo y mi escopeta, vi pasar una doncella acompañada de su criada viajaban con dirección al sur o simplemente también andaban de casería, no le había visto nunca, paso por allí, junto a su criada de color, tenía un aspecto que daba miedo pero también generaba admiración. Mi mente comenzó a volar cuando vi pasar a esta mujer, de unos 24 años o un poco más alta y delgada que yo, pero con una sonrisa marcada, vestía de color negro, su rostro perfectamente armonioso, su cuerpo era largo y apacible... sus cejas no muy pobladas, nariz un poco ancha y respingada, labios perfectamente delineados y sus ojos de un color marones, mesclados de un color verde ámbar de una piedra preciosa, todo mesclado con miel; me cautivo, me quede perplejo mirando fijamente tan bella escultura, donde estaba aquella mujer cabalgando junto a su criada. Era un espectáculo verla pasar, después de un rato sudando copiosamente por el calor que hacía en esa mañana, un viento suave que refrescaba el desolado bosque de arboles sin hojas por la época de otoño, pero a mí en vez de refrescarme el viento suave, me subía mas la temperatura de verla allí. Después de un buen rato que me quede mirado a esa bella mujer; esa mañana no pude resistir, nos regresamos a mi casa con mi mayordomo, ya desayunado y recostado en mi cama me masturbe pensando en ella; pensaba en su sonrisa, en la tranquilidad que emanaba de ella y abarcaba a todo mundo a su alrededor, o al menos a mí, me hacía feliz verla sonreír.


me masturbe pensando en su cuerpo esbelto, cada musculo contraído por el esfuerzo de cabalgar junto a su criada, mis ojos cerrados, mi verga dura y caliente aprisionada por mi mano, la eyaculación fue épica, mi semen se rego por todo mi pecho, volando también hacia la cama, que fue testigo de mi calentura.


El día siguiente, llegue al bosque como todos los días, soñoliento por todos los pensamientos que no me conciliaron mi sueño. Pero al llegar veo en el bosque nuevamente a esta mujer, ese día llevaba puesto un vestido más ceñida que el día anterior, sus pechos bien marcados y con un escote protuberante, todo bien marcado en ella como si quisieran ser observada, como un ángel cabalgando en la maldad de su caballo negro, un negro azabache de raza árabe, su criada en un caballo parecido a la de ella, todo parecía como una fantasía hecha humanidad. Pase por su lado intencionalmente y como cualquier bien ciudadano de los alrededores de cada uno de los castillos cercanos, salude.


-buenos días – dije sonriendo

-buenos dias - dijo correspondiendo la sonrisa

-está muy bonito su caballo - dije para alargar la conversación

-gracias -dijo y se comenzó a alejar para alcanzar a su criada, ya que me había puesto una cara del demonio – cuando necesite algo – dije casi gritando – vivo allí en ese castillo, estaré a orden. Mientras cabalgaba grito un “gracias”, llego donde su criada y se retiraron cabalgando juntas, sentía que tenía un aprecio por su animal; ósea digo su criada. yo por mi parte contento al menos por haberla saludado, regrese al castillo preguntándole al mayordomo de donde había salido tal belleza – el mayordomo, me dice – ella es de la familia Bayron, son los herederos del castillo parot, ella es Mis lady Bayron, allí mi mayordomo y confidente me trae un vaso de whisky para refrescarme del calor y del espasmo que sentía por esa bella mujer, al rato salí del castillo para ver los caballos y de pronto; la bella mujer paso por el frente de mi castillo y se despidió con una sacudida de mano y un buenas tardes Mr. Así pase el resto de día, entre tantas cosas que encuentras que hacer, siempre había un espacio para recordar aquella mujer que me tenía mal... tocaron la puerta, toc toc toc, abrí y era aquella mujer, esta vez usaba solo un vestido más ligero. Su rostro pálido, su piel sudada por la cabalgata, su sonrisa iluminaba su rostro, sus ojos multicolores miraban fijamente los míos – Mr. – dijo sonriendo – sería muy amable de su parte si nos regala agua para mi caballo que ha quedado exhausto por todo el ejercicio que le he hecho hacer y ya está muy agotado, no creo que pueda llegar a nuestro castillo, - por cierto ya sabe que nos hemos mudado al castillo parot? Somos los herederos y queremos usarlo para nuestras vacaciones lo cual vendremos muy seguido, - perdón dijo – no me he presentado formalmente, soy Mis lady Bayron – es un placer le dije – gusta pasar – soy el dueño de este castillo y soy Alabert, Alabert Córdoba

- dije yo nervioso - quiere pasar usted, está en su casa – muchas gracias - dijo mientras entraba, allí parada frente a mí se veía más alta que yo, mi cabeza debía alzarse un poco para verla bien su piel sudada que Expedia un aroma excitante, sus ojos multicolor que penetraban mi mente como un taladro, - en ese momento llame al mayordomo le hable para que nos trajera algo de beber y que atendieran a su caballo, - le ofrecí algo de tomar, apeteció Martini, después de que habían atendido a sus animales; digo caballo y criada, el mayordomo me dice que todo estaba bien, Mis lady al tomarse su trago me regresa en mis manos el vaso en el cual tomo su Martini, sus dedos rozaron los míos, mi mente me traiciono y mi cuerpo se paralizo, el vaso cayo como en cámara lenta a nuestros pies, un estruendo fuerte retumbo en mis oídos. Me iba a agachar a recoger los vidrios esparcidos y con su mano me tomo el rostro desde mi barbilla, me alzo la cara para mirarla fijamente a los ojos y se acercó lentamente... allí desperté, con mi verga completamente dura, encerrada en mis calzoncillos de dormir, mi mente instintivamente me hizo cerrar los ojos para retomar el sueño donde iba, quería probar sus labios quería sentir sus manos, pero el sueño había terminado. No, no podía ser, porque esperar de esa fantasía. Mis manos llegaron a completar lo que mi sueño había hecho comenzar, me masturbe pensando en su aroma de su cuerpo esbelto, en el contacto de su piel en mi sueño húmedo de placer.


pasaron dos o tres dias no recuerdo, llegaba al bosque con mi mayordomo con ansias de verla pero no era así, solo la veía en mis sueños, el mismo sueño todos los dias, la llegada a la puerta del castillo, la sonrisa en su rostro mientras pide el agua para su animal, el roce de su mano al entregarme mi vaso y el estruendo, sus dedos recorriendo mi rostro para hacerme verla a los ojos y su fallido acercamiento a besarme y de pronto el despertar, excitado, erecto, caliente y húmedo, todos los días el mismo maldito y bendito sueño.


Días después llegue del bosque cansado como todos los días, me dolía la cabeza quería descansar, ingrese a mi casa dejando al mayordomo en el establo. Toc toc toc tocaron la puerta detrás de mí. – Mr. Smart – dijo una voz dulce detrás de mí.


voltee a ver y era aquella joven parada en la entrada de mi castillo, usaba una vestido negro muy escotado, y un sombrero de ala anchas, que también hacia juego con su vestido su frente estaba sudada, su cara un poco roja, su respiración era un poco agitada, sus labios más rosados que nunca y su aroma invadiendo mis pulmones. En su mano llevaba la con lo que le daba al caballo, ese animal grande y negro estaba allí parado en la puerta junto a su criada.

- en que puedo ayudarle – fue lo primero que vino a mi mente

- me puede regalar un poco de agua para mi criada, por favor - dijo seria

- claro quiere pasar - dije pensando una y mil veces en mi sueño, estaría a punto de volverse realidad? Pero en mis sueños no lleva a su criada, llegaba sola en su caballo negro.

- no gracias- dijo – mi maestro de piano me espera en el castillo y no quisiera llegar retrasada, el mayordomo les trae refresco se lo tomo inmediatamente al regresarme el vaso no se quebró, lo tome y se lo di al mayordomo. – gracias dijo despidiéndose y salir a prisa en su caballo junto a su criada hacia su castillo de los ahora Bayron.


Allí quede yo con una sonrisa en la cara, con un escalofrió recorriendo mi cuerpo, con mis manos sudando y con mi corazón a mil por hora, luego de observarla retirarse, me fui a mi alcoba y me tire en la cama suspirando, no podía creerlo era simplemente abrumador.


Al día siguiente he mandado al mayordomo por los Bayron para invitarle a una cena de bienvenida, a lo que aceptaron llegar cordialmente puntuales a la cena, ese día todo nervioso preparando que nada fuese a falta o salir mal, dando indicaciones al mayordomo que le dé a los demás empleados; de repente yo mirándome en el gran espejo que hemos puesto a la entrada de la gran sala. Toc, toc, toc. Abrí y era ella con su mano me tomo el rostro desde mi barbilla, me alzo la cara para mirarla fijamente a los ojos y se acercó lentamente y me beso, sus labios suaves como la seda, su sabor a mujer emanaba en su boca hacia la mía, era como si se hubiera bañado en fresas, su lengua recorría la mía con suaves movimientos, sus manos tomaban mi cabeza para no separarnos nunca, mis brazos la rodearon y abrazaron fuerte su cintura, sus manos apretaban mi cuerpo contra el suyo, su calor corporal subía mi temperatura a niveles inimaginables. sus manos comenzaron a quitar mi ropa, mi camisa, mi pantalón y mis calzoncillos salieron como por arte de magia de mi cuerpo, mis manos recorrían ansiosas su cuerpo, su pecho, su rostro, indagaban cada centímetro de su piel, cada poro de su cuerpo, cada espacio de su ser. Curiosas mis manos comenzaron a bajar su única prenda, vestido sutil, elegante, en mis manos fue saliendo de su cuerpo sus prendas, solo llevaba el vestido por cierto que no tenia que colocase nada mas, ya que ese vestido le daba toda la horma a su cuerpo, tenía unos pechos medianos, no llevaba calzones ni brazier, me agache frente a ella para tener el placer de verla por completo, mis manos empezaron a recorrer su bello cuerpo.... allí desperté, con mi verga completamente dura, encerrada en mis bóxer, no, no podía ser, por que despertar de esa fantasía. Mis manos siempre tenían que completar lo que mi sueño había hecho comenzar, me masturbe pensando en su aroma a fresa que dejaba salir de su cuerpo, sus besos, su cuerpo, sus caricias en el contacto de su piel en mi sueño de placer.


Así fue por varios días, un sueño un poco más largo que el anterior pero igual incompleto, nunca despertaba sosteniendo su cuerpo en mis manos y claro que me dejaba insatisfecho, me dejaba con ganas de mas, cada día en la noche era lo mismo, un acostarme, un dormir, un sueño y una masturbación. Me estaba volviendo loco.


Esta tarde la vi, estaba recostada en el césped casi seco a orillas del rio, junto estaba su criada su criada, los caballos amarados en un árbol que ya casi seco, por el otoño, ella vestía tal cual la veía en sueños, tal cual lo anhelaba mi cuerpo. Mis ojos no se separaban de ella, cada detalle de su piel quedaba grabado en mi mente, como grabado en piedra, era imposible de borrar, allí llegamos con mi mayordomo, desmontamos y saludando amablemente me cerque – buenos días Estas – buenos días respondió Mis lady – como ha estado usted me dijo sonriendo – bien gracias y usted – respondí ya casi de regreso al castillo y aguantando este terrible calor de hoy, bastante que si ha hecho hoy - si es cierto - dijo

- acá tengo refresco si gusta me dijo ofreciéndome un vaso con soda – gracias.

allí conversamos por un rato ella allí sentada en la hierba apoyada en la espada de su criada, con su rostro alzado al viento recibiendo una luz angelical, sus ojos multicolor medio miel, medio esmeralda, brillaban como con luz propia, su ánimo y su energía me contagiaban ya no había cansancio, no habían preocupaciones, solo existía ella. Solo su cuerpo, su vos, su presencia, su aroma, sus manos, sus palabras, sus ojos, su respiración... solo ella y yo.

- Mr. Smart, Mr., - repitió – Mr. Smart está usted bien? - pregunto llamando mi atención, pues estaba absorto en mis pensamientos de lujuria y placer que cada vez que le veía venían a mi mente, como un sueño en el cual si que esta vez no despertaría.

- si, si qué pena con usted - dije apenado- solo es el calor que me tiene atolondrado

- lo acompaño de regreso – argumento se coloco a mi lado, llevando consigo su caballo, después de caminar por el bosque se posaba en mi hombro, mi cuerpo se estremecía con su contacto, su mano cálida transmitía energía a todo mi cuerpo, un pequeño hilo de

corriente electrizaba cada vello de mi piel. Llegamos a al castillo.

- está seguro que está bien - pregunto nuevamente

- si gracias – respondí - pero si quiere pasar, le brindo algo de tomar para esta calor

- no gracias - dijo sonriendo - mire – señalo con un pequeño gesto con su cabeza de un hasta luego, nos vemos – deje a mi ciada afuera así que, hasta luego - y montando en su caballo negro salió del castillo hacia su criada – Mis lady - grite – volveré a verla?

- Si - grito en respuesta – yo le grite nuevamente cuando?

- mañana en el bosque a la hora de siempre – grite – ok… allí estaré puntual

- está bien…, hasta mañana - grito riendo


mi mente estaba en otro mundo, martes, Júpiter, Neptuno o quién sabe dónde, aun no lo sé, mi cuerpo temblaba, sudaba, se estremecía, con mi mano toque la parte del hombro donde ella había posado su cabeza, mi verga se puso erecta en el momento, tome un vaso de whisky y comencé a tomar para calmar mis nervios, ya que había quedado temblando pensando en el día de mañana, mi verga a punto de estallar no necesito más que unas cuantas sacudidas y la masturbación del día estaba lista. Allí recostado en la cama con mi cuerpo untado de semen, con mi aliento entrecortado por la sensación pronuncie su nombre Mis lady y cerré los ojos.


Estaba de nuevo allí de pie frente a la hierba seca del bosque, el viento no soplaba, las aves no cantaban, los rayos del sol no quemaban, allí en medio de la nada estaba ella, Mis lady, la joven que me volvía loco, usaba un vestido ajustado de color blanco, con un corpiño negro bien ajustado, que con él se le notaban mas las caderas y bustos, sus ojos irradiando luz hacia donde sea que mirasen, su sonrisa apuntando a mí como un rayo más que de sol, rayos penetrantes y quemadores que llegaban a penetrar mi ropa formal de cacería, mis botas color negras, pantalón blanco ajustado y un ligero suéter color negro, mi sombrero de montar color negro, desmonte y ya se me hacia notar mi bulto, mi cuerpo rígido ante tan bella imagen no respondía a ninguna orden que mi cerebro le enviara, Mis lady por su parte se había colocado de pie, ahora estaba frente a mí, su mano busco la mía, sus dedos se entrelazaron con los míos, sus movimientos eran órdenes para mi cuerpo, cada punto de mi piel que ella tocaba cobraba vida, cobraba voluntad, era como estar saliendo de un hechizo de maldad, remplazado por un hechizo de amor, su labios se encontraron con los míos, sus ojos hablaron en silencio diciendo la verdad, me amaba y yo le amaba a ella. Amor en silencio era nuestra palabra nunca dicha. Sus manos desnudaron mi cuerpo allí en medio de la hierba seca que picaba nuestros cuerpos, mis manos desnudaron el suyo, como quien destapa el regalo más preciado, la delicadeza de nuestros movimientos era única, la precisión de nuestros besos era inigualable, hicimos el amor sin más sentimientos que el amor, cada penetración, cada beso, cada caricia representaban la paz de nuestras almas, su cuerpo perfecto tenía el compás de una canción angelical. Nuestro amor culmino con una extasis de placer. Así desperté, cubierto de semen, respirando fuerte, con el corazón agitado, y con su nombre en los labios.


Jamás la volví a ver, no se tal vez todo fue un sueño o una realidad pero cada momento con esta bella joven Mis lady, había marcado mi vida, cada momento me había enseñado a amar, a sentir, a vivir sobre todo a soñar.


Mis lady Bayron, te espero cada noche en mis sueños y cada día en mis pensamientos, gracias por enseñarme amar.

 
 
 

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JP

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